Respecto a las variedades de café utilizadas, las siembras establecidas a mediados del siglo XIX eran básicamente de la variedad Typica o criollo de la especie Arabica, sin sombra. Este tipo se caracterizaba por su porte alto y una productividad elevada.
Sin embargo, también plantaciones con sombra se han mantenido desde el siglo XIX hasta la actualidad. En un principio, se siguió utilizando el Typica. Como los cafetos eran altos y frondosos se procuraba guardar una distancia adecuada entre ellos, que en la mayoría era de tres varas en cuadro; eso hacía que la densidad por unidad productiva fuese relativamente baja.
Los productores realizaban una serie de actividades tendientes a lograr una mayor productividad. Desde mediados del siglo XX la caficultura costarricense experimentó una nueva modificación productiva derivada de la difusión de técnicas agrícolas de alto rendimiento en el marco de la “Revolución Verde”. Entre sus resultados sobresale el cambio en la variedad de café cultivado; se adoptó híbridos de porte bajo, variedades Caturra y Catuaí.
Aunque el típico se caracterizaba por la excelente calidad del grano y una maduración uniforme, la baja densidad de siembra exigía sustituirlo por un cafeto de mayor producción. El mejoramiento genético se completó con el aumento en la densidad de siembra por unidad y un mayor uso de fertilizantes, abonos y suplementos para combatir plagas y enfermedades.
La tecnología de la producción pasó de una forma extensiva a una intensiva, lo que generó mayor productividad por unidad cultivada. Las técnicas incluyeron el uso de abonos a fin de llevar la nutrición de la planta a un nivel saludable.
La cosecha de café de Costa Rica para el periodo 2017-2018 fue de 2.103.656 fanegas en fruta, que corresponden a igual cantidad de sacos de 46 kilos de grano beneficiado, de acuerdo con la última estimación del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé)
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